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Nunc est bibendum: Horacio hoy

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De cervezas a llantas.

Afiche original de la marca. Fuente: Wikipedia.

Afiche original de la marca. Fuente: Wikipedia.

Una de las primeras marcas registradas (1898), no fue una idea totalmente original. El diseñador Marius Rossillon la había diseñado para una cervecería alemana, que al fin la descartó. El diseño consistía en la imagen del rey Gambrino brindando, bajo la frase Nunc est bibendum (Odas I 37.1). Édouard  Michelin ya había visto la idea de un hombre formado con llantas, en una exposición en Lion (1894); así que juntó su idea con la del diseñador y resultó el famoso afiche de 1898. La idea de la pieza era que Michelin “se bebe los obstáculos del camino”. De ahí solo faltaba un paso para que el muñeco terminara llamándose Bibendum. Ello ocurrió cuando, poco después de lanzado el afiche, un corredor decidió llamar así a André Michelin, viéndolo aproximarse a la grilla de partida. El nombre pegó, como lo demuestra una nota de prensa de 1908, encabezada con dicha palabra y escrita por alguien que no sabía conducir.
En su siglo largo de vida, la imagen ha dejado atrás las llantas de bicicleta, los quevedos y el tabaco que solían acompañarla.
Fuente: Wikipedia.

La carroza de Bibendum, en el carnaval de París de 1908. Fuente: Wikipedia.

Todos los caminos conducen a Horacio.

Ya se dijo que la frase latina es horaciana, ahora veamos la estrofa íntegra:

Nunc est bibendum, nunc pede libero

pulsanda tellus; nunc Saliaribus

ornare pulvinar deorum

tempus erat dapibus, sodales.

Lo cual simplemente significa: Ahora hay que beber, compañeros; ahora hay que bailar libremente. Entonces era tiempo de adornar el sitial de los dioses con suculentos manjares.
Eso prosaicamente. Veamos un intento poético:
Salios eran los sacerdotes de Marte

Salios eran los sacerdotes de Marte que, al parecer, no se ahorraban con banquetes. Obras completas de don Miguel Antonio Caro. Tomo I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1918.

En internet, puede leerse la versión de don Joaquín Escriche:
Odas de Quinto Horacio Flaco. Madrid, 1847.

Odas de Quinto Horacio Flaco. Madrid, 1847.

Dos inglesas, en prosa:
bib-eng

C. E. Bennett (izq.) y Niall Rudd (der.), ambas para Loeb Classical Library.

Fuentes:

Harp, Stephen. (2001). Marketing Michelin: Advertising and Cultural Identity in Twentieth-Century France. Baltimore-London: The Johns Hopkins University Press.

McDonough, John, Egolf, Karen. (2002). The Advertising Age Encyclopedia of Advertising. Chicago, Il.: Fitzroy Dearborn Publishers.

Papapetros, Spyros. (2012). On the Animation of the Inorganic: Art, Architecture, and the Extension of Life. Chicago: The University of Chicago Press.

 



Latín para doctores: lo que significan las siglas

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Ninguna institución europea se ha extendido por el mundo entero como lo ha hecho la universidad tradicional, ha dicho Walter Rüegg. Institución que confiere grados académicos en latín, su lengua primitiva y de sus primeros siglos de andadura.
Muchos universitarios, no obstante, olvidan dicho dato elemental. Entre ellos, los médicos. Cierto es que hoy el inglés es el vehículo de la ciencia, en general, y de la galénica, en particular. Pero no tanto como para que se crea que la sigla M. D. significa medical doctor.

En el principio fue el latín.

Nuestro famoso diploma salmantino.

Nuestro famoso diploma salmantino para bachiller en Leyes.

Entrados en materia, no sobra recordar que, si bien la academia hablaba y escribía en la lengua del Lacio, la tradición médica antigua es griega, incluso cuando los galenos despachaban en la Roma imperial.
Pero no nos distraigamos: doctor es quien enseña (doceo: enseñar), dignidad que aparece con las universidades medievales, avalada por la licencia para enseñar (licentia docendi). Entonces el título de doctor coincidía con el de magister, ambos superiores y opuestos al de baccalaureus (bachiller). Habiendo tres ramas principales en los estudios superiores, existían otros tantos títulos: para el caso de los teólogos, Divinitatis Doctor (D. D., doctor en Divinidad); para los abogados, Legum Doctor (LL. D., doctor en Leyes); para los médicos, por fin, Medicinæ Doctor (M. D., léase medikínai dóctor). Seguro ya están echando de menos varias ramas del saber, por lo cual recordamos que, entonces (como en el Rosario colonial), la obtención del doctorado suponía haber cursado Artes (Filosofía) y Gramática.
¿Y el Ph. D.? Es una graduación reciente, con menos de dos siglos de tradición. A propósito, siendo una denominación latina (Philosophiae Doctor), resulta absurdo leer la sigla dándoles a las letras el nombre inglés. ¿No creen?

*Antes que pregunten, æ es otra manera de escribir el diptongo latino ae (léase ai).


O navis: Horacio hasta en las paredes

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Alguna vez Pombo habló de “poesía mural” o cosa por el estilo. Resulta que sí hay una poesía latina, íntegra, copiada en el muro de un edificio de Leiden.
Cleveringaplaats 1, Leiden,

Edificio Lipsius, Cleveringaplaats 1, Leiden. Fuente: Wikipedia.

Trátase de una oda horaciana (I.14), citada por el famoso vocativo con que principia: o nauis! Veamos el texto latino íntegro:

O navis, referent in mare te novi
fluctus. o quid agis? fortiter occupa
portum. nonne vides, ut
nudum remigio latus

et malus celeri saucius Africo
antemnaeque gemant ac sine funibus
vix durare carinae
possint imperiosius

aequor? non tibi sunt integra lintea,
non di, quos iterum pressa voces malo.
quamvis Pontica pinus,
silvae filia nobilis,

iactes et genus et nomen inutile:
nil pictis timidus navita puppibus
fidit. tu, nisi ventis
debes ludibrium, cave.

nuper sollicitum quae mihi taedium,
nunc desiderium curaque non levis,
interfusa nitentis
vites aequora Cycladas.

Horace. Horace, Odes and Epodes. Paul Shorey and Gordon J. Laing. Chicago. Benj. H. Sanborn & Co. 1919 [en línea: Perseus Project].

Versiones castellanas.

Como es habitual, principiamos por Caro:
Obras completas de don Miguel Antonio Caro. Tomo I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1918.

Obras completas de don Miguel Antonio Caro. Tomo I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1918.

De arcaísmos y rarezas entresacamos: bajel, catalanismo que nos recuerda la traducción homérica de Luis Segalá; ábrego, viento del sur (Africanus, en latín); entena, tecnicismo que no es sinónimo de antena; guay, hoy en día ay; ludibrio, latinismo puro; lumbroso, lo mismo que luminoso.
Rafael Pombo intentó, varias veces, trasplantar esta oda a nuestro jardín:
Pombo.

Traducciones poéticas por Rafael Pombo. Bogotá: Imprenta Nacional, 1917.

La oda se acompaña de una interesante nota:

o-nauis-pombo001

Las interesantes versiones que cita Pombo dan lugar para nota aparte. No obstante la declaración de que sus ilustres antecesores no le dejaban que pretender con la oda, volvió a verterla:
Rafael Pombo.

Rafael Pombo. Poesía inédita y olvidada. Tomo I. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1970. El epígrafe debe corregirse por referent.

Destaca el áfrico, donde Caro dijo ábrego. Ambos dicen ludibrio, al parecer corriente entonces. Áfrico es un cultismo arcaico: c1275 ALFONSO X GEstoria (1930) 46b, 7: “Dizen otros que este nombre Áffrica que fue tomado de áffrico, que es por el uiento dessa parte”.
Antología de poesía latina. Traducción y notas de Óscar Gerardo Ramos. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1981.

Antología de poesía latina. Traducción y notas de Óscar Gerardo Ramos. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1981.

¿De dónde sacó Ramos “insane”? ¿Por qué dejó la versión inconclusa?
Dejamos constancia asimismo de que ninguna versión conserva el sollicitum taedium horaciano, que viene siendo un tedio ansioso. Cierto que Caro dice “afán y tedio”, pero uno puede pensar que son estados de ánimo sucesivos. El “tedio triste” de Pombo suena redundante.
Tradicionalmente, la oda se ha interpretado en sentido político: la nave es el Estado, maltrecho por presentes o pasadas contiendas intestinas. Los académicos modernos, empero, ven en la alegoría una mujer, un libro de poesías o la vida del propio Horacio.

 


Alumnos y discípulos: cuestiones idiomáticas

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La inauguración del Centro de Atención y Servicio al Alumno (CASA UR) nos ha planteado una singular inquietud: ¿hay algún matiz peyorativo en la palabra “alumno”?

La educación habla en latín.

Alumno y discípulo son una misma cosa. Otro sinónimo, más restringido en su uso, es educando. Para referirse a quien compartía las bancas escolares, solía usarse condiscípulo, hoy compañero. Todas palabras latinas: el griego brilla por su ausencia, al menos de este lado de los pupitres.
Vamos, pues, alfabéticamente.
Escultura de Diógenes en Sinope (actual Sinop, Turquía. Fuente: Wikipedia).

Escultura de Diógenes en Sinope (actual Sinop, Turquía. Fuente: Wikipedia).

Alumno. Palabra un poco arrinconada en el uso moderno, gracias a una viciosa etimología popular. Quieren los latinistas empíricos que su composición sea “a” más “lumen“, lo cual viene a resultar en “alguien privado de luz”; de suerte que la escuela viene a iluminar a los estudiantes, a prenderles el bombillo. Si la cosa fuera así, incluso cabría tomarla en buen sentido: resultaría una bonita metáfora de la educación, donde el maestro va mostrando un camino, armado de su lamparita de Diógenes.
Afirman los lexicólogos, en cambio, que alumnus es palabra latina derivada del verbo alere, “criar”. Por ello, normalmente en la lengua romana es “hijo”, “pupilo”. Buscando en los diccionarios, Cicerón la emplea en el mismo sentido que nosotros: “Quid ait Aristoteles reliquique Platonis alumni? se omnia, quae secundum naturam sint, bona appellare, quae autem contra, mala [De finibus bonorum et malorum: ¿Qué dicen Aristóteles y los demás alumnos de Platón? Que a todo lo conforme a la naturaleza lo llaman bueno; a lo contrario, malo]”.
Ahora bien, en español se usa desde el siglo XVI (Corominas; lo mismo en inglés). Aquí una cita:

El dómine ayo se lo prometió así, y cumpliólo. El ayo, a tercer día, comenzó a leer la cartilla a su alumno, y díjole:

– Mocito, ¿él piensa que yo soy alguno de los siete de Grecia? Engáñase [CORDE – RAE, en línea].

Revisando el Diccionario, hallamos la frase “alumno de las musas”, manera discursiva (de discurso, si me permiten) de decir “poeta”. Allí parece prevalecer el primitivo sentido latino del vocablo.

Joven con papiro, en un fresco de Herculano (s. I d. C; fuente: Wikipedia).

Discípulo. Sin etimologías espontáneas, que sepamos. Entran en su composición las raíces para “aprender” (disc-ere) y “niño” (pu*-er); es decir, un aprendiz. Pueda ser que este descubrimiento etimológico no altere el uso moderno…
En fin, tenemos antiguos testimonios de su uso:

Fincóse el maestro do se solié fincar,

óvose el discípulo al monte a tornar;

nunqua más non leemos nin podemos trovar,

qe se juntassen ambos vivos en un logar.

Nada menos que Gonzalo de Berceo, hacia 1230. Lo mismo un anónimo: “Dixo Filipo el discípulo de Pitagoras: Malaventurado es el que faze tuerto al que non ha defendedor”.
Educando. La más reciente de todas: “que ha de ser educado”, según el sentido latino que figura en el Diccionario. Se estrena en 1808:

Siendo su objeto la salud, la robustez, la agilidad del educando, es claro que requiere un amor activo, una asistencia asidua, una vigilancia, un cuidado individual y continuo, que no se pueden esperar fuera de la casa paterna.

Nótese el sentido, en este pasaje:

Cuando en la opinión general hay errores graves, han de ofrecerse como obstáculos á la educación penitenciaria, que sólo aísla al educando por un tiempo corto, relativamente al de su vida, y que, procurando dirigirle, en razón y en justicia, le prepara tal vez desacuerdos con los que no obran en justicia ni en razón.

La nueva palabra comienza a popularizarse a fines del siglo XIX: la usa Menéndez Pelayo, lo mismo Ortega.
Estudiante. Con sus derivados, figura desde el siglo XV.

(…) e mando a qual quier delos rregidores que sobre ello fuere requerido que firme conel dicho maestre escuela o conel dicho su lugar teniente el tal aluala jurando el estudiante o otra qual quier persona dela dicha uniuersidat (…)

Lección parisina (s. XIV; fuente: Wikipedia).

Lección parisina (s. XIV; fuente: Wikipedia).

Entonces, ¿alumno o discípulo…?

*Raíz con que se relacionan el latín pullus y el castellano “pollo”.


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